Argentina se
ha transformado en un país sin credibilidad internacional con una economía
debilitada y con una gestión política interna y externa errática, que hace
tambalear cada cierto tiempo la fe pública, con altos índices de corrupción,
con partidos políticos irrisorios y de actuar peripatético, con una sociedad que
estuvo ad portas del desarrollo pero que hoy aún no se recupera de la crisis
del 2001 (el corralito) y se ve inmersa en el espejismo creado por los Kirchner
desde el 2003, suponiendo que los problemas sociales se están solucionando mediante
medidas populistas que solo agravan la situación económica.
La promesa
del Frente para la Victoria
de rescatar a una Argentina deprimida y llevarla a la cima ha quedado en la expresión
de la voluntad de mejoramiento de la economía mediante una serie de
nacionalizaciones de empresas que sólo en el decenio anterior los mismos Kirchner
promovieron privatizar. El motor del impulso fue sector agropecuario, mismo que
catapultó a Cristina Fernández, tras la crisis de 2008. Pero la ansiada cohesión
social no se ve por ninguna parte. Alguien comentó que Argentina vive al borde
del precipicio. La señora K parece que dio el primer paso adelante… y con
vuelito.
Hoy parece
que la presidenta, usando una vieja estrategia, se crea situaciones
conflictivas externas que le ayuden a generar esta cohesión interna. Primero
fueron las Malvinas y actualmente la nacionalización de los Yacimientos Petrolíferos
Fiscales, privatizados durante el gobierno de Menem siguiendo la receta de los
exitosos países en vías de desarrollo (entre ellos Chile).
YPF,
empresa controlada por la compañía española Rapsol (con más del 55% de las
acciones), posee una ínfima proporción de participación estatal, ya que el
resto son acciones privadas como el 25% del grupo Petersen de argentina. El
reciente envío al parlamento del proyecto de ley para “recuperar la soberanía
sobre YPF” declarando que el 51% de su patrimonio es de utilidad pública y, en
consecuencia, es sujeto a expropiación, se sustenta en la insuficiente producción
que la empresa está generando y en la escasa inversión que los dueños han capitalizado.
Se transforma así en el negocio que mejor sabe hacer Argentina: vender una
empresa pública en lo que vale, esperar que los privados inviertan y
rentabilicen, para luego expropiarla al precio que el gobierno indique que
vale.
Argentina
se ha caracterizado por este tipo de acciones zigzagueantes que siempre
terminan en su propio beneficio. Para ejemplo, el acuerdo con Chile sobre
suministro de gas natural. Sin embargo, se debe reconocer que como política autocomplaciente
es muy efectiva y efectista.
El efecto
es muy obvio, la señora K pierde credibilidad internacional pero gana popularidad
interna. En tanto, mientras Antonio Brufau corre a la Moncloa a suplicar
acciones a Rajoy, a quien le llueve sobre mojado.
A los ojos
de parte de América Latina, el suceso de la nacionalización de YPF es un claro signo
del empeño de Fernández de seguir los pasos de Chávez. Para otros, es una señal
para España –que hoy controla buena parte de la banca y las telecomunicaciones
en Hispanoamérica– que el colonialismo terminó hace doscientos años. Y para
otros no es más que otra de las muchas grotescas
y extravagantes muestras de tercermundismo que nos ofrece la política
argentina.
Esperemos las reacciones
de España –tal vez declara insalvablemente nulo el proyecto de ley–para saber
quién ríe último en este controvertido acontecimiento. Yo tomo palco.
Desde q se privatizó la empresa de los gallegos cuanto invirtió en el país, muy poco, lo demás se lo llevaban en dólares a ese país casi europeo.
ResponderEliminarBasta de arrodillarse con Alemania.
Reconózcanlo son la lacra de europa.
No creo que seamos la lacra de Europa. Quizás nuestros políticos sean la lacra de nuestro país, como es el caso de Argentina.
ResponderEliminarMira, Luciano. Repsol pagó las acciones de YPF a 45 usd, cuando en tiempos de Menem cotizaban a 33, y la compra se hizo conforme a la legalidad vigente en aquel momento. Repsol si que realizó prospecciones en Argentina, hasta el punto de encontrar hace menos de 1 año, en Vaca Muerta, uno de los mayores yacimientos de petróleo-pizarra del mundo, (un tipo de petróleo no convencional) que es el verdadero motivode la expropiación; pues es tal la riqueza del yacimiento, que se cree que pueda cubrir la demanda de gas de argentina durante 10 años, y buena parte de su demanda de crudo.
Ahora, alguna otra empresa de algún otro país (probablemente china, pues ya ha tomado posiciones en la minería argentina desde hace unos años) extraerá el crudo o prestará el dinero al Gobierno para que éste lo haga. YPF (ojalá no sea así) seguirá la senda de Aerolíneas Argentinas, que ya fue expropiada y que les cuesta a los argentinos más de 700 millones de usd al año; y Argentina (ojalá tampoco esto sea así) probablemente vea cómo se enriquecen los de siempre: sus gobernantes; mientras su pueblo continúa su sufrimiento.
Un apunte: cuando en el 2001 Argentina sufrió el corralito, y ningún país prestaba dinero al tuyo;el Gobierno de España prestó 1000 millones de euros a fondo perdido al Gobierno de la Nación argentina.
Lamento que odies tanto a los españoles, pero creo que no tienes razón y que esta maniobra del gobierno de tu país es una canallada. Ojalá no les salga mal, pues preferiría ver que los argentinos mejoran su situación (a pesar del odio que nos tenéis), pues de nada tienen culpa.
Mis respetos, y un saludo desde España.