Intentemos uno centrado en los acontecimientos publicados
en la prensa, analiza la cadena de errores en su mérito, evaluando cada hecho y
considerando, por sobre todo, el contexto en que éstos se dieron. Los análisis
ex post son siempre insensatos: “Se hizo esto cuando se debió hacer esto otro,
o no se hizo aquello cuando debió haberse hecho”. El análisis, más bien es cuál
es la razón de haber hecho lo que no debió hacerse o por qué no se hizo lo que
sí debió hacerse.
Una vez producido el sismo (a las 3:34 hrs.) durante
los siguientes diez minutos, los funcionarios de turno de la ONEMI convocan al personal y
comienzan a solicitar y recibir información desde las oficinas regionales.
Dicha información se centra, lógicamente, en las intensidades del sismo,
localización del epicentro y los daños potenciales y posibles víctimas. Quince
minutos tras el terremoto, un eventual tsunami
aún no es tema ya que hasta entonces no se tiene información precisa de la
ubicación geográfica del hipocentro ni de la magnitud del sismo. Además, el último
maremoto en Chile había ocurrido hace más de 20 años (la memoria es frágil).
Sin embargo, el SHOA, a las 3:48 hrs. ya había recibido un fax del Pacific Tsunami Warming Center (PTWC)
con información acerca de la generación potencial de tsunami en el Océano Pacífico Sudoriental. Sólo dos minutos más
tarde comenzaban a llegar las primeras olas a las costas chilenas dejando
víctimas y desaparecidos. A las 4:01 horas, conociendo magnitud y localización
del epicentro del sismo, la
ONEMI solicita radialmente al SHOA confirmación de alerta de tsunami, pero el SHOA descarta dicha
alerta. Seis minutos más tarde, sin embargo, la ONEMI recibe el primer fax
desde el SHOA con alerta de tsunami
(poco más de media hora después del sismo). La ONEMI no emite la alerta.
La primera pregunta de fondo es: ¿era posible emitir
una alerta temprana de tsunami?
Probablemente sí. Una vez que era conocida la magnitud (8,8 Mw) y la
localización del epicentro (63
km al suroeste de Cauquenes) era lógico suponer la
generación de un maremoto (al menos así lo suponemos hoy). No se explica de
otra forma la solicitud de la
ONEMI al SHOA de información al respecto a las 4:01 hrs. De
acuerdo al protocolo, el SHOA debe proporcionar dicha información para su
difusión por la ONEMI. Ello
se produjo a las 4:07 hrs., más de quince minutos después de la llegada de las primeras
olas.
Ahora, ¿por qué el SHOA contradice su información sobre
la generación de tsunami por
distintos canales de comunicación? A las 3:51 hrs., la bitácora del SHOA indica
que enviará boletín con alerta de tsunami
a la ONEMI , incluyendo
horas estimadas de arribo de las olas. Siete minutos más tarde envió un correo
electrónico con dicha información, el cual no fue recibido en la ONEMI dada las condiciones
de black-out energético y de
comunicaciones. Tres minutos más tarde, radialmente el SHOA informa a la ONEMI que no existe alerta
de tsunami, pero seis minutos después,
el SHOA envía el primer fax con la alerta a la ONEMI. Aparentemente
las contradicciones y demoras en la entrega de la información se produjeron
dado que el jefe de guardia del SHOA siguió el protocolo mientras el jefe de
oceanografía analizaba la información disponible y no estaba seguro si debía o
no clasificar el evento como “generador de tsunami”.
Se puede, incluso, presumir que esperaba confirmación visual, en una situación
de black-out de comunicaciones, con
capitanías de puerto, de acuerdo a la información grabada de radioaficionados y
operarios regionales de ONEMI. Aparentemente la decisión fue la prudencia en
vez de la alerta.
Luego, ¿por qué la ONEMI no emitió la alerta de
tsunami cuando fue recibida a las 4:07 hrs.? El jefe de turno del Centro de
Alerta Temprana admitió incomprensión de la significación del fax y
desconocimiento del protocolo a seguir. En el intertanto esperó que llegara el
jefe del Centro de Alerta Temprana u otra autoridad que le diera una orden o
interpretara la información recibida. El único presente era el jefe de gabinete
de la ONEMI
quien no tenía conocimientos técnicos y sólo se limitó a informar al
subsecretario del Interior que llegó a la ONEMI a las 4:12 horas. La única decisión ante la
incompetencia fue solicitar mayores antecedentes al SHOA. La Armada informa radialmente
que los instrumentos no muestran variaciones del nivel del mar y que se
realizaría chequeo visual. Respuesta obvia si se consulta por la ocurrencia de
un maremoto y no por la alerta en sí. La alerta estaba oficialmente enviada. La
decisión fue la prudencia en vez de prevención, siguiendo el refrán: “ante la
duda, abstente”. El problema es que no debió existir duda alguna en el único
organismo técnico encargado de las emergencias de este tipo en el país.
Entre las 4:15 y las 4:30 horas se producen las
segundas olas de tsunami en las costas chilenas cerca del epicentro, salidas de
mar en la región de Valparaíso y el tsunami
de Robinson Crusoe en Juan Fernández. Posteriormente llegan la directora de la ONEMI y el jefe del Centro
de Alerta Temprana, quienes por quince minutos discuten acerca del alcance del
fax recibido a las 4:07 hrs. desde el SHOA. A las 4:49 hrs. deciden confirmar
la información y el SHOA informa que no se genera tsunami en Chile y levanta oficialmente la alerta, mientras se
recibe un segundo fax del PTWC que se mantiene la alerta de tsunami en el Pacífico. Tras la negación
de la información, el subsecretario del Interior y la directora de la ONEMI informan a los medios
de comunicación que se descarta riesgo de maremoto en las costas chilenas. A
las 4:56 hrs. El SHOA vuelve a descartar la alerta de tsunami. Poco después llega
la presidenta Bachelet a la
ONEMI y se le entrega un informe con la situación del país
incluyendo las contradicciones del SHOA respecto de la alerta de tsunami. A las 5:40 la presidenta habla
con la prensa sin hacer referencia al tsunami, pero en radio Biobío una
locutora se informa que al no haber riesgo de maremoto, la gente que se encontraba
en partes altas puede regresar a sus casas. De aquí el mito que fue la propia
presidenta la que habría incitado a regresar a las viviendas.
Ante los hechos, es claro que la falta de información,
la incompetencia de los “técnicos” que se encontraban de turno y luego, la
extrema prudencia de las autoridades fueron los tres elementos que impidieron
emitir una alerta temprana. Ahora bien, aún cuando hubiese habido información y
hubiesen estado los técnicos competentes, lo más probable es que la alerta
igual se hubiese emitido con posterioridad a las primeras olas, esto es quince
minutos después del sismo. La historia hubiese sido la misma desde el punto de
vista del desastre. La única diferencia es que no habría esta caza de brujas
politiquera. Tal vez los de Robinson Crusoe sí hubiesen estado preparados. Quizás.
Sólo recordar que nadie se podía comunicar con nadie hasta avanzada la
madrugada de ese fatídico 27 F .
Yo apuntaría los dardos
a los supuestos técnicos del SHOA y de ONEMI (en ese orden) y luego a las
autoridades, pero no por su impericia e incompetencia en el momento, sino por
no haber estructurado un buen sistema de emergencia, en forma previa. Espero comentarios.
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