Tras la decisión de Canal 13 de no transmitir la segunda parte del ‘reportaje’ sobre la discriminación a las empleadas domésticas, se ha abierto un doble debate respecto de la calidad periodística en la TV y sobre la ‘censura’, justo en la semana en que se celebraba el día de la libertad de prensa.
La acción que tomo Canal 13 se justificó en el hecho que el ‘reportaje’ no respetaba la línea editorial. Esto claramente no es así ya que la primera parte había sido transmitida y, por tanto, si había sido aprobado por la editorial de prensa. Empero tras la renuncia de la jefatura quedó claro que el ‘reportaje’ sí había transgredido las reglas de la dirección más que las del área editorial. A partir de la emisión de la primera parte y se da a conocer el trabajo periodístico, no solo el televidente observó la mala factoría del trabajo hecho con impericia y vulgaridad, sino que también las autoridades del canal se dan cuenta, probablemente a partir del revuelo generado y de las eventuales quejas de los aludidos, que, en efecto, el ‘reportaje’ era más bien la elaboración de una ficción informativa –un montaje, para decirlo en castellano–, donde una “dramatización” facilista en la que participan actrices, pretenden demostrar una tesis prediseñada: las “nanas” son objeto de discriminación en Chile. El hecho es probablemente cierto; el clasismo está instalado en nuestra sociedad. El punto es que a partir de cámaras ocultas y de un trabajo teatral más que informativo, se efectúa un montaje ajeno a la realidad: ¿se imaginan una empleada doméstica con un sueldo de unos $350.000 al mes, solicitando matrícula para una hija en un establecimiento donde la colegiatura duplica su salario? Para mayor dramatismo, y lejos de un hecho real, la actriz que representaba el papel de “nana” llevaba un atuendo ad-hoc, sólo para identificar su calidad de empleada doméstica. ¿De cuando un mecánico o un obrero o una parvularia llevan puesto su traje de trabajo para hacer trámites personales? En fin. Como ya había escrito, hoy el periodismo deja mucho que desear.
El periodismo televisivo está siendo sustituido por las artes de la representación y por el sociologismo al alero del rating y la gestión comercial. En necesario que la televisión proscriba de sus prácticas de cámaras ocultas y el melodrama. Distinto es una cámara escondida que en un espacio público recoge imágenes de situaciones reales, no montadas, que constituyan ilícitos o faltas de algún tipo.
Finalmente, es preciso clarificar que en este caso no hubo censura. Claramente no fue un organismo externo al canal quien por algún medio impidió que se transmitiese la segunda parte del montaje… perdón, ´reportaje’. Aquí fue el propio canal quien, por las razones que ha aludido (el trabajo periodístico no cumplía con las reglas editoriales) quien libremente decidió no emitir una segunda parte. Se debe aclarar, además, que en esta segunda parte, se revisaría en cámara la respuesta de los supuestos discriminadores. Claramente el canal trató de evitar posibles querellas por difamación u otro delito.
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