miércoles, 9 de mayo de 2012

El periodismo deja mucho que desear en Chile…


En los últimos diez o quince años el periodismo, al igual que muchas otras profesiones, ha decaído notablemente. El problema es que el periodismo es una de las profesiones con mayor connotación pública al exponerse en los medios de difusión masiva y ser objeto de opinión. Pero el hecho es que cada día los reportajes carecen de calidad, la información no es de primera fuente, mucha de ella está pauteada, las entrevistas están acordadas y las opiniones vertidas por muchos carecen de fundamento.
En Chile el periodismo es una carrera que es ofrecida por muchas universidades (tradicionales y privadas) y ha caído en descrédito desde que muchas figuras televisivas con notable carencia intelectual han obtenido sus títulos profesionales y ofician de periodistas de farándula u opinólogos en programas radiales de dudosa reputación. Cómo no extrañar programas como Informe Especial, Mundo 83 y otros similares que entregaban más que información, entregaban cultura; periodistas como Carmen Correa, Hernán Olguín, Bernardo de la Masa, por mencionar mezquinamente algunos. Hoy contamos con los dedos de una mano los periodistas destacados pero conocemos a más de una veintena de reporteros y dos docenas de opinólogos en diversos medios que no son capaces de contar una buena historia, de entrevistar a alguien con información actualizada y fiable que permita poner en jaque al entrevistado.
En Chile ningún periodista (habrá excepciones, claro está) es especialista en ningún tema.  En otros países el periodismo es casi un postgrado que economistas, cientistas políticos y otros profesionales realizan para incorporarse en los medios de comunicación.
Así hemos llegado a que los noticieros son un 25% noticias de reporteos de tragedias y notas policíacas: para reportear esto no hay que ser muy brillante, sino entrevistar a las policías que dan su informe característico “los sujetos contaban con arma blanca e intimidaron a los moradores de la vivienda, reduciéndolos y sustrayendo las especies que robaron” y a los damnificados  con preguntas tan obvias como estúpidas “y usted… ¿qué sintió al ver que su negocio era asaltado por tercera vez este año?”.
Otro 20% son noticias absolutamente pauteadas, principalmente las inauguraciones y actividades de Moneda, Ministerios, municipios y del Congreso. Tanto así, que el día anterior ya se conoce la pauta del día siguiente.
Luego tenemos un 40% de deportes (del cual el 95% es fútbol). Aquí no hay mucho que decir. Basta con editar los partidos y balbucear comentarios idiotas.
10% de las noticias son notas internacionales. Nada que aportar, salvo algún comentario “especializado”.
Finalmente, un 5% de las noticias son noticias de verdad, algún reportaje interesante pero normalmente poco logrado, empleando tácticas como cámaras ocultas y forzando situaciones que normalmente no ocurren en la realidad. Un ejemplo, el reportaje de las Nanas de Canal 13. ¿Alguien ha visto en la vida real una asesora doméstica yendo a preguntar a un colegio particular pagado con matrículas de más de 300 lucas si puede matricular a su hija?
Por suerte muchos de estos periodistas ofician de opinólogos de farándula. La verdad es que al menos ellos son auténticos y ofician donde efectivamente pueden ejercer su profesión.

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