En
los últimos diez o quince años el periodismo, al igual que muchas otras
profesiones, ha decaído notablemente. El problema es que el periodismo es una
de las profesiones con mayor connotación pública al exponerse en los medios de
difusión masiva y ser objeto de opinión. Pero el hecho es que cada día los
reportajes carecen de calidad, la información no es de primera fuente, mucha de
ella está pauteada, las entrevistas están acordadas y las opiniones vertidas por
muchos carecen de fundamento.
En
Chile el periodismo es una carrera que es ofrecida por muchas universidades
(tradicionales y privadas) y ha caído en descrédito desde que muchas figuras
televisivas con notable carencia intelectual han obtenido sus títulos
profesionales y ofician de periodistas de farándula u opinólogos en programas
radiales de dudosa reputación. Cómo no extrañar programas como Informe
Especial, Mundo 83 y otros similares que entregaban más que información,
entregaban cultura; periodistas como Carmen Correa, Hernán Olguín, Bernardo de la Masa , por mencionar mezquinamente
algunos. Hoy contamos con los dedos de una mano los periodistas destacados pero
conocemos a más de una veintena de reporteros y dos docenas de opinólogos en
diversos medios que no son capaces de contar una buena historia, de entrevistar
a alguien con información actualizada y fiable que permita poner en jaque al
entrevistado.
En
Chile ningún periodista (habrá excepciones, claro está) es especialista en ningún
tema. En otros países el periodismo es casi
un postgrado que economistas, cientistas políticos y otros profesionales realizan
para incorporarse en los medios de comunicación.
Así
hemos llegado a que los noticieros son un 25% noticias de reporteos de tragedias
y notas policíacas: para reportear esto no hay que ser muy brillante, sino
entrevistar a las policías que dan su informe característico “los sujetos
contaban con arma blanca e intimidaron a los moradores de la vivienda, reduciéndolos
y sustrayendo las especies que robaron” y a los damnificados con preguntas tan obvias como estúpidas “y
usted… ¿qué sintió al ver que su negocio era asaltado por tercera vez este año?”.
Otro
20% son noticias absolutamente pauteadas, principalmente las inauguraciones y
actividades de Moneda, Ministerios, municipios y del Congreso. Tanto así, que
el día anterior ya se conoce la pauta del día siguiente.
Luego
tenemos un 40% de deportes (del cual el 95% es fútbol). Aquí no hay mucho que
decir. Basta con editar los partidos y balbucear comentarios idiotas.
10%
de las noticias son notas internacionales. Nada que aportar, salvo algún
comentario “especializado”.
Finalmente,
un 5% de las noticias son noticias de verdad, algún reportaje interesante pero
normalmente poco logrado, empleando tácticas como cámaras ocultas y forzando
situaciones que normalmente no ocurren en la realidad. Un ejemplo, el reportaje
de las Nanas de Canal 13. ¿Alguien ha visto en la vida real una asesora doméstica
yendo a preguntar a un colegio particular pagado con matrículas de más de 300
lucas si puede matricular a su hija?
Por
suerte muchos de estos periodistas ofician de opinólogos de farándula. La
verdad es que al menos ellos son auténticos y ofician donde efectivamente
pueden ejercer su profesión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.