Para
poner las cosas en su contexto, supongamos por un momento que la madrugada del
27 de febrero de 2010 los organismos que operan en casos de emergencia hubiesen
operado correctamente. La historia hubiera sido distinta, pero no tanto como
muchos creen.
Imaginemos
que tras el terremoto el SHOA obtiene la información precisa sobre el epicentro
y la magnitud del sismo e interpreta correctamente que se podría generar un
tsunami, unos cinco a seis minutos más tarde. Luego, adecuadamente emite la
alerta de tsunami y ésta llega a la
ONEMI por los conductos oficiales y es bien interpretada por
los funcionarios de ese organismo. Sigamos suponiendo que la ONEMI transmite unos ocho a
diez minutos tras ocurrido el sismo la alerta a los organismos de la sociedad
civil encargados de difundir la alerta directamente a la población
(carabineros, bomberos, municipios, etc.). Supongamos aún, que estos
organismos, inmediatamente salen a alertar a la población, en uno o dos
minutos. Aún más, supongamos que los medios de comunicación transmiten en forma
inmediata por radio y televisión la alerta.
En
este hipotético escenario, los habitantes y visitantes de las localidades de la
costa de la VII Región
habrían tenido entre 3 y 10 minutos para evacuar hacia zonas seguras, mientras
que aquellos de la VIII
región hubiesen tenido hasta 20 minutos. Las primeras olas llegaron entre las
3:50 y las 4:10 de la madrugada a estos sectores, es decir, 14 a 34 minutos después del
terremoto –que terminó a las 3:36 horas–.
¿Se
hubieran salvado las 156 personas trágicamente fallecidas producto del tsunami
y los 15 desaparecidos? Probablemente algunos de ellos sí. Otros no.
Las
cifras son crudas y trágicas: En la V Región
fallecieron 20 personas, 13 de ellos en Robinson Crusoe, más 3 desaparecidos; en
la VI Región
fueron 3 muertos y 2 desaparecidos; en la VII
Región fueron 80 muertos y 6 desaparecidos; y en la
VIII Región fueron 53 muertos y 4
desaparecidos.
65
de los fallecidos y 4 de los desaparecidos en la VII Región producto del
maremoto estaban en la isla Orrego en Constitución, sin ninguna posibilidad de
evacuar. Ellos con una alerta temprana, oportuna y efectiva, no se hubiesen
salvado.
Los
17 fallecidos y dos desaparecidos entre Constitución y Cobquecura, que estaban
en las localidades de Pellines, Pelluhue, Curanipe y Chevollén, nadie los
hubiese alertado (no hay oficinas municipales, ni bomberos ni carabineros). Misma
situación con los dos fallecidos en Lleulleu (VIII Región) y los tres fallecidos
y dos desaparecidos en Llico (VI Región).
Quizás,
si el corte energético no hubiera afectado a Talcahuano, Dichato, Cobquecura,
Lebu y Tirúa, y la gente hubiese tenido radio a pilas y hubieran sido alertados
por funcionarios municipales, marinos carabineros y bomberos, se hubiesen
salvado unas 60 personas. Los únicos que se hubiesen salvado efectivamente
hubiesen sido los de Juan Fernández, quienes ni siquiera sintieron el
terremoto.
Demasiadas
suposiciones y hechos que en la práctica no ocurrieron (sin cortes de energía
ni de telecomunicaciones, con municipios activos y con planes locales de
emergencia y alerta, con población con kits de emergencia listos para evacuar rápidamente
sin perder tiempo en buscar cosas).
El
hecho es que nada de eso ocurrió. Chile no estaba preparado. No sé si hoy lo
está. Lo más probable es más que hace dos años. En Japón el 11 de marzo de 2011
fallecieron 12.150 personas sólo a causa del tsunami, en una sociedad con la
tecnología más avanzada del mundo en estas materias. Ellos sí fueron alertados
y el resultado fue mucho más dramático.
Si
los técnicos hubiesen tenido información rápida de la magnitud y epicentro del
sismo, si las comunicaciones hubiesen funcionado, la alerta hubiera sido
efectiva; pero eso tampoco fue así.
Los
únicos errores punibles fueron que nadie supo interpretar los acontecimientos y
no se tomaron las decisiones a tiempo. En ello el SHOA es responsable y los técnicos
de la ONEMI
también. Luego, todos los hechos posteriores, aquellos acaecidos después de las
4:25 horas de esa madrugada, carecen de toda relevancia para imputar personas
ya que a esa hora, la mayor parte del país ya había sido afectado por el
tsunami. Si la alerta se hubiese dado a esa hora, nada hubiese sido distinto,
incluso para los de Robinson Crusoe. Por tanto, las responsabilidades del Jefe
de Alerta Temprana de la ONEMI ,
su directora y del subsecretario del Interior no son civiles ni penales. Cuando
mucho, son faltas administrativas, relacionadas con la contratación de
subalternos sin capacidades técnicas necesarias y con la mantención de instrumental
técnico inadecuado. Respecto del Jefe de Sismología (que no era sismólogo) que
afirmó a las 6:25 de la madrugada que no había ocurrido un tsunami, creo que no
tiene ninguna responsabilidad.
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