Los
servicios públicos que son más cercanos a la gente son aquellos que establecen
políticas públicas que atingen directamente los intereses de los ciudadanos y
no, necesariamente, aquellos que físicamente están más cerca de la población
generando interacción con ella. El registro civil y el Servicio de Impuestos
Internos, por ejemplo, son entidades que prestan servicios a diario, pero no
son reconocidos por su cercanía. Finalmente, no nos ofrecen nada que no sean trámites
obligatorios.
Los
municipios –una suerte de mini-gobierno– brindan servicios que corresponden a
estos trámites obligatorios (patentes, permisos de circulación, permisos de
edificación, etc.), pero también ofrecen servicios sociales (asistencia social,
capacitación, intermediación laboral, etc.) que son altamente importantes para
vastos sectores de la población.
A
nivel central, la Dirección
del Trabajo y el SERNAC, en cambio, si ofrecen servicios que son sumamente útil
para los ciudadanos, principalmente los de la denominada "clase media". Esto es obvio si se entiende que estos organismos velan
por los intereses de trabajadores y consumidores, respectivamente. Otros
servicios, que aparecen más lejanos y son algo desconocidos, a partir de la
implementación de políticas públicas de interés ciudadano, también aparecen
cercanos. Es el caso de la
CONASET –Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito– . La
reciente implementación de la ley “tolerancia 0” , el nuevo sistema para
otorgar licencias de conducir más exigentes, la mayor fiscalización de
transportistas escolares, entre otros, generan efectos deseados por todos y la
pega está bien hecha, aunque sin mayor parafernalia.
Y
allí está el SERNAC, una entidad pública extremadamente sensible para una
sociedad de consumo como la nuestra, generando muchos anuncios pero escasos
resultados. El único hito de esa institución en los últimos dos años ha sido el
caso La Polar ,
el cual pudo haber sido un verdadero acierto del gobierno en materia de
protección del consumidor y, sin embargo, ya todo huele mal. Un proceso poco
claro, arreglos extrajudiciales dudosos, indemnizaciones irrisorias, inculpados
sólo con arraigo, abogados querellantes que se harán millonarios, la empresa
que no pagará realmente lo que debiese y, la guinda de la torta, explicaciones
inexplicables por parte del director del SERNAC.
El
último “numerito” fue el anuncio del SERNAC de que se obligaría a los dueños de
centros comerciales a dejar de cobrar por el uso de baños y estacionamientos
para clientes. Bastó un solo llamado desde más arriba para que la versión se
cambiara: “lo de los baños es impresentable, pero lo de los estacionamientos,
hemos generado una mesa de trabajo para ver que se hace con ello”. Como
Condorito.
Bastó
sólo eso como para sembrar un manto de dudas respecto del actuar de este
servicio. ¿Realmente está con los consumidores o simplemente intermedia entre éstos
y los muchos derechos de los empresarios, en pro del buen funcionamiento del
Sr. Mercado?
Y
se ha dicho de todo, desde que no importa que cobren si se hacen responsables
de robos o daños hasta que entonces no se debiese cobrar por estacionar en la vía
pública, más cuando se paga por el permiso de circulación. Sólo voladores de
luces. El permiso de circulación es, justamente, para circular y no para
estacionar, y la recaudación por estacionar en la vía pública está destinado
para el gasto municipal, es decir, gasto a la comunidad (distinto es, luego, si
el uso del recurso está bien administrado).
La
recaudación en un estacionamiento privado es… como su nombre lo indica, para el
privado. Es decir, para lucrar. Distinto es, luego, si con la recaudación se
mejoran los servicios del propio estacionamiento (lo cual forma parte del
mejoramiento del servicio privado).
Ahora,
el tema de fondo: ¿Es lícito que los centros comerciales y clínicas lucren con
un cobro por el uso del estacionamiento? Sí. Ahora, ¿es ético o moralmente
correcto que lo hagan? Debate… y confusión. La Ordenanza de Urbanismo y
Construcción obliga a los centros comerciales (así como a otros locales como colegios,
clínicas, supermercados, etc.) a construir una cantidad mínima de
estacionamientos con la finalidad de cubrir en parte el impacto vial que la
obra genera. Claramente los centros comerciales construyen más estacionamientos
de acuerdo a lo que el mercado indica (que es bastante distinto a la norma). El
uso de éstos debiese ser exclusivamente para los usuarios del centro comercial
y, a veces no es así. El cobro sería para evitar este “mal uso”.
Pues
bien, hay muchas formas de evitar esto sin necesidad de cobrar. ¿Por qué en un
hotel no cobra por su estacionamiento, o la mayoría de los supermercados? ¿No
bastaría con presentar una boleta por el consumo? Finalmente el estacionamiento
es un servicio conexo.
Pero
esto no acaba aquí. Muchas empresas y servicios públicos cobran a sus empleados
por el uso de su propio estacionamiento. Este es el meollo del asunto: el mercado
SIEMPRE tratará de que el costo lo paguen otros, sin asumir los gastos
operacionales. Llevado al extremo: si llevas de urgencia a un pariente a una clínica,
puede ser grande tu sorpresa cuando, además de los elevados costos del servicio
y lo poco que te cubre la
Isapre , tengas que pagar al salir del estacionamiento.
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