lunes, 28 de mayo de 2012

Cuando estacionar es sinónimo de pagar.



Los servicios públicos que son más cercanos a la gente son aquellos que establecen políticas públicas que atingen directamente los intereses de los ciudadanos y no, necesariamente, aquellos que físicamente están más cerca de la población generando interacción con ella. El registro civil y el Servicio de Impuestos Internos, por ejemplo, son entidades que prestan servicios a diario, pero no son reconocidos por su cercanía. Finalmente, no nos ofrecen nada que no sean trámites obligatorios.
Los municipios –una suerte de mini-gobierno– brindan servicios que corresponden a estos trámites obligatorios (patentes, permisos de circulación, permisos de edificación, etc.), pero también ofrecen servicios sociales (asistencia social, capacitación, intermediación laboral, etc.) que son altamente importantes para vastos sectores de la población.
A nivel central, la Dirección del Trabajo y el SERNAC, en cambio, si ofrecen servicios que son sumamente útil para los ciudadanos, principalmente los de la denominada "clase media". Esto es obvio si se entiende que estos organismos velan por los intereses de trabajadores y consumidores, respectivamente. Otros servicios, que aparecen más lejanos y son algo desconocidos, a partir de la implementación de políticas públicas de interés ciudadano, también aparecen cercanos. Es el caso de la CONASET –Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito– . La reciente implementación de la ley “tolerancia 0”, el nuevo sistema para otorgar licencias de conducir más exigentes, la mayor fiscalización de transportistas escolares, entre otros, generan efectos deseados por todos y la pega está bien hecha, aunque sin mayor parafernalia.
Y allí está el SERNAC, una entidad pública extremadamente sensible para una sociedad de consumo como la nuestra, generando muchos anuncios pero escasos resultados. El único hito de esa institución en los últimos dos años ha sido el caso La Polar, el cual pudo haber sido un verdadero acierto del gobierno en materia de protección del consumidor y, sin embargo, ya todo huele mal. Un proceso poco claro, arreglos extrajudiciales dudosos, indemnizaciones irrisorias, inculpados sólo con arraigo, abogados querellantes que se harán millonarios, la empresa que no pagará realmente lo que debiese y, la guinda de la torta, explicaciones inexplicables por parte del director del SERNAC.
El último “numerito” fue el anuncio del SERNAC de que se obligaría a los dueños de centros comerciales a dejar de cobrar por el uso de baños y estacionamientos para clientes. Bastó un solo llamado desde más arriba para que la versión se cambiara: “lo de los baños es impresentable, pero lo de los estacionamientos, hemos generado una mesa de trabajo para ver que se hace con ello”. Como Condorito.
Bastó sólo eso como para sembrar un manto de dudas respecto del actuar de este servicio. ¿Realmente está con los consumidores o simplemente intermedia entre éstos y los muchos derechos de los empresarios, en pro del buen funcionamiento del Sr. Mercado?
Y se ha dicho de todo, desde que no importa que cobren si se hacen responsables de robos o daños hasta que entonces no se debiese cobrar por estacionar en la vía pública, más cuando se paga por el permiso de circulación. Sólo voladores de luces. El permiso de circulación es, justamente, para circular y no para estacionar, y la recaudación por estacionar en la vía pública está destinado para el gasto municipal, es decir, gasto a la comunidad (distinto es, luego, si el uso del recurso está bien administrado).
La recaudación en un estacionamiento privado es… como su nombre lo indica, para el privado. Es decir, para lucrar. Distinto es, luego, si con la recaudación se mejoran los servicios del propio estacionamiento (lo cual forma parte del mejoramiento del servicio privado).
Ahora, el tema de fondo: ¿Es lícito que los centros comerciales y clínicas lucren con un cobro por el uso del estacionamiento? Sí. Ahora, ¿es ético o moralmente correcto que lo hagan? Debate… y confusión. La Ordenanza de Urbanismo y Construcción obliga a los centros comerciales (así como a otros locales como colegios, clínicas, supermercados, etc.) a construir una cantidad mínima de estacionamientos con la finalidad de cubrir en parte el impacto vial que la obra genera. Claramente los centros comerciales construyen más estacionamientos de acuerdo a lo que el mercado indica (que es bastante distinto a la norma). El uso de éstos debiese ser exclusivamente para los usuarios del centro comercial y, a veces no es así. El cobro sería para evitar este “mal uso”.
Pues bien, hay muchas formas de evitar esto sin necesidad de cobrar. ¿Por qué en un hotel no cobra por su estacionamiento, o la mayoría de los supermercados? ¿No bastaría con presentar una boleta por el consumo? Finalmente el estacionamiento es un servicio conexo.
Pero esto no acaba aquí. Muchas empresas y servicios públicos cobran a sus empleados por el uso de su propio estacionamiento. Este es el meollo del asunto: el mercado SIEMPRE tratará de que el costo lo paguen otros, sin asumir los gastos operacionales. Llevado al extremo: si llevas de urgencia a un pariente a una clínica, puede ser grande tu sorpresa cuando, además de los elevados costos del servicio y lo poco que te cubre la Isapre, tengas que pagar al salir del estacionamiento.

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