
Pero la pregunta es otra: ¿Qué hacemos cada uno de nosotros por contribuir
a esta problemática? Respuesta casi de Perogrullo para este tipo de preguntas: Nada.
Sólo espantarnos con las cifras y los hechos y criticar la ineficiencia del
gobierno.


Dado que la solidaridad es una cualidad personal –se es solidario o no–,
su forma de manifestación es una actitud circunstancial o permanente que
exhorta a responder favorablemente a las necesidades de terceros o a adherir a
la causa de otros. Dicha actitud se transforma en un comportamiento o conducta
cuando se concretiza en acciones. Esta actitud y conducta no se limita al
ofrecimiento de ayuda o asistencia en el entendido de hacer esfuerzos por poner
los medios que permitan a un tercero obtener o alcanzar algo, sino que implica
un compromiso con aquel que se intenta asistir. De este modo, la solidaridad es
una colaboración mutua entre las personas, a través de la cual una de ellas
entrega una asistencia que permite al asistido resolver ciertas necesidades o
carencias materiales o intangibles, mientras que el asistente se ve beneficiado
siempre de manera inmaterial o anímica por la satisfacción de obrar según
principios y valores humanitarios y
éticos.
Pero este impulso y tendencia intuitiva y espontánea que nuestra especie
demoró miles de años en adaptar, y que sociológicamente se denomina solidaridad
mecánica, nuestra ‘suciedad global’ en
apenas unos años trata de erradicar. El desarrollo de una cultura
individualista que está potenciada por el sistema socioeconómico actual, lleva
a una pérdida constante de la solidaridad. Sin embargo, existe una solidaridad
orgánica en la cual la especialización individual conlleva a la generación de
una fuerte interdependencia grupal, de modo que cada integrante de un colectivo
posee una parte de los conocimientos generales y sus recursos, por lo que todos
dependen de todos.
No nos sorprendamos pues que nuestro propio individualismo permita que se
extinga un valor tan humano como humanitario y sea más fácil apuntar con el dedo
antes de mirar la viga que tenemos en nuestro propio ojo.
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