A
partir de la entrega de los resultados de la encuesta CASEN 2012 se ha
levantado mucha polémica estéril que no aporta nada al tema central: disminuir
los niveles de pobreza en que viven más de dos y medio millones de personas en
el país. Se debe entender que la realización de esta encuesta no sólo es para
conocer el número de pobres e indigentes del país (este es casi un objetivo
secundario) sino conocer la situación de pobreza, esto es, cuáles son los
componentes de la pobreza en Chile a fin de mejorar las políticas sociales
tendientes a disminuir la cantidad de personas que viven en este deplorable
estado.
Vamos
por parte. ¿Ha disminuido la pobreza en Chile? Sí, y mucho. Las cifras son
elocuentes. Comparativamente hablando, Chile es uno de los países en que más rápidamente
ha reducido estos indicadores en Latinoamérica y en el mundo. Sólo un dato: en
la década del 90 se redujo la pobreza a casi la mitad, de un 38,6% a un 20,2% y
la extrema pobreza dos y media veces, de un 13,0% a un 5,6%. Claramente, además,
cualitativamente, la pobreza de hace 20 años no es igual a la de hoy. El
problema está en que en la última década la disminución de la pobreza ha sido
mucho más lenta; entre el año 2000 y el 2012 varió sólo -5,8%, versus el -18,4%
de la década anterior. Las razones son muchas, pero la principal es que la
pobreza estructural es más difícil de erradicar y en Chile la mayor parte de la
pobreza que existe es de este tipo, es decir, aquella que alcanza a cubrir a
penas sus necesidades básicas, pero leves variaciones económicas y en las políticas
sociales los afectan rápida y profundamente, cayendo ipso facto a estados más
precarios dentro de su vulnerabilidad social.
Luego,
se ha dicho, como dogma de fe, que el crecimiento económico es el motor que
permite mejorar las condiciones socioeconómicas de los más vulnerables. Las
cifras nuevamente corroboran esta afirmación. De hecho si se comparan las gráficas
de las variaciones del PIB con las variaciones de la disminución de la pobreza,
las líneas presentan, en términos generales, un comportamiento homogéneo. El
problema, nuevamente, está en que en los últimos tres años el PIB ha crecido en
una proporción mucho mayor al de la disminución de la pobreza. Hasta aquí no más
llegó la teoría “del chorreo”.
Otras
discusiones bizantinas que enfrentan a oficialistas con opositores como que la extrema
pobreza ha tenido una importante disminución en este gobierno o que la pobreza
no indigente no tuvo disminución, son inútiles. El único tema importante es que
la disminución de la pobreza está tocando techo con las actuales políticas
sociales –y cuando menciono actuales no sólo me refiero a las de este gobierno–
. Siguiendo las tendencias, la pobreza debió haber sido cercana al 11% y no al
14,4% que reveló la encuesta CASEN. Por tanto, la verdadera discusión debe ser por
qué el Estado no está haciendo bien la pega en su tarea de disminuir esta
situación.
Tampoco
es relevante en la discusión –al menos en ésta– el tema de la desigualdad. No
por tratar de acortar las enormes brechas socioeconómicas disminuirá la
pobreza, al contrario. La tarea del Estado por disminuir la brecha social no
pasa por coartar la acumulación de riqueza de los que más poseen, sino que en
utilizar parte de estos mayores recursos (a través de impuestos específicos y
reformas tributarias reales) en mejorar los sistemas de protección, promoción y
asistencia social de los más desposeídos.
Finalmente,
la encuesta es sólo un instrumento de medición (para otro blog da el tema del
instrumento propiamente tal), mejorable o no, pero que entrega una imagen de
una situación que es francamente insostenible en un país que pretende entrar en
las ligas mayores –recordemos también que en los países desarrollados también
existe pobreza– , por tanto, el cuestionamiento a su esencia no es relevante en
relación con los resultados. Claramente la pobreza no termina donde una línea
arbitraria define que se acaba, pero es una forma cuantitativa de medir esta
situación de vulnerabilidad social. Sin duda, sobre la línea de pobreza la
vulnerabilidad continúa, con diversos matices.
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