lunes, 29 de octubre de 2012

Errázuriz no ganó… Labbé perdió


Para muchos, la derrota de Labbé, no estaba ni en sus mejores sueños. Para otros no estaba ni en sus peores pesadillas. La derrota de Labbé era más un anhelo que algo que pudiese ser realidad. Pues hoy es un hecho. ¿Cómo? ¿Por qué?
Más allá de las posturas políticas, pocos podrán rebatir que la gestión alcaldicia de Labbé ha sido de las más exitosas del país. Escasos vecinos de Providencia podrán opinar que sus calles estén sucias u oscuras de noche, o que sus plazas estén deterioradas e inutilizables por las familias, que los servicios que ofrece el municipio no sean de calidad o que existan problemas relevantes que una alcaldía deba resolver. Casi con envidia ciudadanos de otras comunas veían a Providencia como una comuna grata para vivir y muchos ediles, de todo el espectro político, han seguido los pasos de Labbé en materia de gestión. ¿Entonces?
En la vereda del frente asomó una figura femenina, carismática, entrañable y apacible, surgida desde las bases vecinales. En todo sentido, lo opuesto a Labbé. Y poco a poco pudo convencer al electorado que un cambio era posible. Pero ese cambio no era una transformación en la gestión ni una solución a problemáticas que afectaran a los vecinos. Simplemente era un cambio del estilo, de la personalidad, del temperamento… un cambio de personaje. Y bien, la gente estaba harta de la conducta y actitud de Labbé.
Labbé es uno de los últimos bastiones del pinochetismo y personifica todo lo negativo que encarna el ex dictador. Su buena gestión no es capaz de opacar este simbolismo.
Labbé cavó su propia tumba. El homenaje a Miguel Krassnoff fue el primer indicio de esta excavación. Y los yerros siguieron: el conflicto con el movimiento estudiantil en liceos emblemáticos de la comuna (Carmela Carvajal, José Victorino Lastarria, Liceo 7) y una mala campaña electoral, enfrentándose a una simple dueña de casa, siempre con la confianza en una victoria anticipada por la mayoría de las encuestas que anuló la intención de hacer campaña puerta a puerta, alejándose aún más de sus bases. Mismas bases que le quitaron el piso. En resumen, la soberbia, arrogancia y un estilo autócrata que terminaron por sepultarlo.
Probablemente muchos que votaron por Errázuriz desconocían la oferta programática que prometía, muchos ignoraban que había sido electa candidata única de la oposición en unas primarias desacreditadas y vapuleadas por el oficialismo, tal vez pocos se enteraron de la compleja situación que se experimentó producto de sus dichos sobre el “matrimonio igualitario”. Nada de eso importó para muchos que sólo votaron por ella en castigo a Labbé. Errázuriz no ganó… Labbé perdió, y sus propios errores le habían pasado la cuenta.

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