martes, 27 de marzo de 2012

Entre el estoicismo y el cinismo ¿Hacia una sociedad inclusiva y no discriminatoria?

Desde siempre se ha escrito que la sociedad chilena es conservadora y pacata, con fuertes arraigues ancestrales complementados con una fuerte percepción de aislamiento. Más recientemente se ha planteado que los cambios acaecidos en la transición desde la sociedad tradicional a una sociedad de consumo en masa que se ha evidenciado en los últimos veinte años ha traído consigo una paulatina disminución del conservadurismo o una creciente masa de ciudadanos con ideas liberales y progresistas. Las diversas encuestas así lo demuestran. Desde una esquina el análisis concluye una pérdida de valores y desde la vereda opuesta un avance en materias de libertad humana y social.
Así, vivimos en una sociedad que colectivamente dice ser más progresista pero que en la intimidad continúa siendo conservadora. Ejemplos de ello son la discusión de una ley de “aborto terapéutico” y de una ley antidiscriminación.
El estremecedor caso de Daniel Zamudio incita a la reflexión sobre qué clase de sociedad es la queremos construir: inclusiva, excluyente o un término medio o “a la chilena”. La homosexualidad ha sido un tema tabú por siglos en el mundo y en nuestro país. Pero los nuevos tiempos anuncian cambios. Ya no se habla de enfermedad o trastorno sexual que requiera de un tratamiento psiquiátrico sino de orientación sexual. Ya no nos asombramos cuando algún famosillo “sale del closet”. En fin, ya no se dice maricón sino gay.
Pero ¿qué tan abierta está nuestra sociedad a erradicar la discriminación de una minoría sexual y cuán dispuesta está a integrarles? Nuevamente surge la ambigüedad y la ambivalencia entre lo que pensamos y lo que decimos. ¿Nos da lo mismo si un compañero de trabajo es gay? Tal vez. ¿Nos importa si nuestro vecino es gay y vive con su pareja? Quizás, pero qué le decimos a nuestros hijos. ¿Y si tienen hijos? Probablemente nos inquietaría. ¿Y si un profesor de nuestro hijo es gay? Seguramente nos intranquilizaría. ¿Y qué tal si un hijo nos dice que es gay?  Con seguridad nos perturbaría y hasta nos  irritaríamos. Aquí ya nos entra el cuestionamiento: ¿qué hice mal?
Por tanto, el hasta donde seamos capaces como individuos de aceptar a nuestro prójimo con sus ideas, valores y creencias, sus virtudes y defectos, será el límite que como sociedad impongamos a la inclusión e integración social de todos los individuos sin importar diferencias de credo, orientación sexual, filiación política, etnia, etc.
La diferencia entre el estoicismo y el cinismo es una delgada línea que la sociedad chilena está cruzando lentamente. Luego, la pregunta es si estamos dispuesto a atravesarla.

1 comentario:

  1. José Arcos,presidente de Misex señaló que en Puerto Montt existe una Ordenanza Municipal contra la Discriminación, la cual vio la luz verde en enero pasado en el marco de una propuesta impulsada por el Movilh y apoyada decididamente por la organización local.

    “El trabajo de los grupos en regiones y la gran aceptación que genera ello en sus ciudades, es una muestra más de lo mucho que ha cambiado nuestra sociedad. Es de esperar que el Estado de Chile tome nota de esto y apruebe en breve normas por la igualdad y la no discriminación”, puntualizó el Movilh, instancia que el anterior sábado organizó en Santiago la Décima celebración del Orgullo. Esto es un ejemplo para los demás municipios

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